ACTIVIDAD GREMIAL; Un repaso por cómo se vio afectada la rentabilidad del productor los últimos años. Los jugadores más beneficiados. ¿qué pasará si caen los precios con la cosecha 2012/13? El sector necesita defenderse.
Mientras en el mundo los granos tienen precios récord, en la Argentina muchos productores se están planteando si es posible seguir produciendo. En los últimos años, y a pesar del discurso sobre la protección del pequeño y mediano productor, se han ido implementando políticas que favorecen el proceso de concentración visto en la década del 90´, habiéndose registrado un cambio profundo en la estructura productiva de nuestro país.
Sin dudas, la política impositiva aplicada al sector ha sido una parte del problema. En los primeros años de gobierno de Nestor Kirchner, el aporte por retenciones era de 2.500 millones de dólares por año. En 2013, ese aporte llegará a los 12.000 millones de dólares. La carga tributaria que soportan los productores argentinos es la más alta de la economía nacional y está entre las más elevadas del mundo. Dependiendo de la zona, y considerando los impuestos nacionales, provinciales y municipales llega al 70% del ingreso bruto.
Como ya se mencionó, el principal gravamen son las mal llamadas “retenciones” que son en realidad un impuesto a la producción por el efecto que tienen sobre los precios. Al productor se le descuenta independientemente si la mercadería va a exportación (en cuyo caso ese monto lo recibe el Estado) como también cuando se trata de mercadería para el consumo interno (en ese caso actúan como un subsidio a la industria que, difícilmente se traslada al consumidor final, como indica la teoría). Es decir, las retenciones son un impuesto a todo aquel que produce. Y esto debe quedar debidamente claro, si bien para la Administración Federal de Ingresos Públicos (Afi p), las retenciones o derechos de exportación son pagados por los exportadores, en definitiva, quienes corren con este costo son los productores argentinos.
En un simple ejemplo ilustrativo podemos señalar que cuando la Argentina exporta una tonelada de soja a 650 dólares, el impuesto correspondiente del 35%, es decir 228 dólares son pagados por el productor, con lo cual la realidad nos muestra que de los 405 dólares que el productor efectivamente recibe (descontados los gastos del exportador) esta pagando una tasa del 56% sobre su ingreso efectivo. Es decir, que el estado se queda con 228 USD/t mientras que un productor sojero apenas recibirá neto un monto del orden de 60 USD/T, si se considera el costo de producir, comercializar y de la tierra.
Por supuesto en caso de registrarse una baja en los precios, tal como se prevé en los mercados que habrá de ocurrir en el momento de la cosecha 2012/13, la situación será mas grave por cuanto el Estado habrá de recibir unos 190 USD/t y el productor estará muy cerca de producir sin rentabilidad.
Un cálculo elaborado sobre la base de datos de Márgenes Agropecuarios demuestra que del precio de exportación de la soja (tomado como referencia los precios de la próxima cosecha) y suponiendo un rinde de 3.400 kilos por hectárea (kg/ha), al productor le quedarían de renta 115 USD/ha, o lo que es lo mismo el 6% de ingreso bruto, mientras que el estado nacional/provincial y municipal va a quedarse con 893 dólares por hectárea, el 50% del ingreso bruto.
Hay que recordar que, en el caso de la soja, mientras haya producción el Estado siempre habrá de recaudar, aunque el productor pierda.
Los “socios” del Estado
Sin embargo la soja es el cultivo que más se ha desarrollado en la Argentina. Es que otros cultivos la están pasando peor ya que no sólo deben soportar una desmesurada presión impositiva sino que además han sido victimas de las políticas comerciales que el gobierno nacional ha venido implementando con la complacencia de los sectores de la demanda que han logrado grandes benefi cios en detrimento de los productores.
Así, mientras el trigo tiene precios récord en el mundo, en la Argentina hemos tenido una de las siembras más bajas de la historia.
Desde la intervención del Gobierno en el manejo de las exportaciones (que facilitó la cartelización del mercado), los productores trigueros dejaron de recibir 8.300 millones de dólares, de los cuales 3.000 fueron para el estado nacional, vía de los derechos de exportación, y 5.300 a la industria molinera y la exportación, que lograron los mejores años en materia de rentabilidad de su historia, destruyendo la producción triguera. En los últimos años, y a pesar del discurso sobre la protección del pequeño y mediano productor, se han ido implementando políticas que favorecen el proceso de concentración visto en la década del 90´.
Responsabilidades propias
Sólo en concepto de retenciones, el modelo kirchnerista, desde 2003 lleva extraídos al sector 60.000 millones de dólares.
¿No habría que preguntarse adonde están?
¿En infraestructura, en salud, en seguridad, en educación o sencillamente en las políticas clientelistas que les permite mantener el caudal de votos necesarios para la continuidad de este modelo? ¿Hasta dónde aquel sector que se animó a enfrentar políticamente a un gobierno con la fortaleza que este tenía en el 2008 y que hoy ha recuperado, seguirá siendo el principal sostén económico para este gobierno y sus políticas?
La recaudación tributaria global ascendía a comienzos del nuevo siglo a 40.000 millones de dólares. Este año se superara los 150.000 millones de dólares. Sin embargo, no alcanza, ya que hubo que recurrir a los fondos de la Anses, a las reservas del Banco Central, etc. para sostener esta política. Sin ello hoy no habría superávit fiscal.
El mercado mundial nos ha dado y nos seguirá dando una ayuda sin la cual el esquema económico-político de los últimos años no se podría haber mantenido. Sin embargo, la Argentina está perdiendo una oportunidad histórica de alcanzar niveles productivos que lo ubicarían entre los líderes del mundo en abastecimiento alimenticio. Hoy en cambio, el mundo nos mira con desconfianza.
En resumen, el campo paga y se lo castiga por ser eficiente. Y con ello se sostiene las ineficiencias de otros sectores y particularmente del sector público y las políticas que se implementan. Pero también paga por no saber defenderse. Por no saber comunicarse. Por no integrarse con la sociedad. Por no reconocer sus limitaciones.
Basta con ver las diferentes capacidades de lobby entre el sector productor y el resto de la cadena. De dónde sale la plata para tener el lobby suficiente para conseguir la reapertura del régimen de importaciones temporarias de soja, de lograr sistemas de compensaciones como el que tuvo la industria molinera, de dónde sale plata para motorizar leyes como es el caso de la ley de semillas en ciernes. La plata sale y saldrá de un solo bolsillo, los productores.
Un bolsillo que todos los años destina 55.000 millones de dólares como inversión a la actividad productiva que realiza y que poco o nada destina a su defensa, nos demuestra que no sólo es un problema del Gobierno. Cualquiera sea este seguirá aprovechándose de un sector que demuestra solidez al momento de producir pero alta ineficiencia al momento de defenderse.
* Texto adaptado periodísticamente en su extensión para poder ser publicado.
Fuente: Las Bases