El gobierno nacional profundiza la destrucción de la ganadería, al persistir con la política que llevó al rotundo fracaso de la actividad.
El gobierno nacional profundiza la destrucción de la ganadería, al persistir con la política que llevó al rotundo fracaso de la actividad: el cierre de las exportaciones de carne y la intervención de los mercados a través de normas no escritas, y medidas que no permiten tener previsibilidad alguna.
Los productores, al igual que los consumidores, también somos víctimas de la política ganadera oficial. Cabe recordar que desde 2006 se viene aplicando un modelo cuyos resultados fueron la pérdida del 20% del stock vacuno, la destrucción de empleo del sector (alrededor de 22 mil puestos de trabajo menos) y el cierre de más de cien frigoríficos.
La Argentina, por su parte, perdió el liderazgo en el mercado mundial de carnes que supo tener en la historia. Pasamos rápidamente del 3º al 12º lugar en el ranking de exportaciones, habiendo incumplido en estos últimos años con la llamada “cuota Hilton”. Aunque parezca mentira, por las políticas aplicadas estamos en el mismo volumen de producción hoy, que en la década del ’70. Pasaron cuarenta años y en ganadería no hemos avanzado nada.
Todo esto conllevó a una fuerte pérdida de ingreso de divisas para el país. Además, la debacle de los ganaderos se aceleró por efecto de la inflación del 25% anual. Hoy, los valores que percibimos los productores son iguales a los de hace 2 años. La rentabilidad es negativa, y así lo demuestra los altos porcentajes de faena de hembras jóvenes. También debe tenerse en cuenta que los productores de menor escala atan sus ventas a las necesidades familiares, y que al tener que vender cada vez más terneros para subsistir, se va entrando así nuevamente en un proceso de disminución del stock ganadero.
En 2013, el porcentaje de hembras en la faena fue de entre 42 y 43%, un 3% mayor que en el mismo período de 2012, acercándose al umbral de entre 44 y 45% que es estimado como el máximo para entrar en un proceso de liquidación de vientres.
La situación es más grave aún por el hecho de que pese a haber cambiado las autoridades el Ministerio de Agricultura de la Nación, se persiste en la política de dar la espalda a los ganaderos. El ministro se reúne con todos los eslabones de la cadena de la carne, menos con los representantes de los productores.
Desde las entidades que integramos la CEEA debemos recordar que poco después de asumir, el ministro de Agricultura había dicho que buscaría un sistema de Registros de Operaciones de Exportación «transparente, claro, fluido, casi automático». Pero hoy ese registro está totalmente paralizado y sigue siendo utilizado desde la secretaría de Comercio Interior para cerrar las exportaciones abruptamente, desconociendo que los mercados mundiales necesitan de un marco estable y que exigen un elemento que la Argentina ha perdido para sus proveedores históricos: la confianza, atributo que este gobierno se dedicó a demoler para nuestro país.
Lo que necesitamos son políticas de largo plazo y reglas claras, antes que mecanismos distorsivos. Hacen falta herramientas que permitan una recuperación definitiva del stock ganadero perdido, que incluyan la asistencia crediticia a los productores, con especial énfasis en los de escala pequeña y mediana, que son los que más han sufrido con el modelo actual. Así, se podría garantizar la carne para la mesa de los argentinos y una sólida posición en los mercados externos.
Fuente: Mesa de Enlace