Un paro general de actividades es, siempre, el anuncio de un estado de situación que no se tolera, es también el fracaso de la posibilidad de diálogo y la advertencia que por el mismo rumbo las cosas irán peor, mucho peor. Cuando el sector agropecuario convocó a medidas de fuerza lo hizo con el dolor de no haber sido escuchados, de ni comprenderse sus razones y para alertar de forma pública lo que la necedad del Gobierno había provocado.
Hoy la realidad marca que el movimiento obrero organizado grita sus razones, los comprendemos, cuando a los habitantes de la Republica se los pretende dividir en buenos y malos, en justos e injustos, en militantes o golpistas, algo muy profundo se ha fracturado en la estructura social y de ello, sin dudas, es principal responsable quien gobierna. Quien no escucha o escuchando ignora responder está ocultando lo que de verdad sucede y eso es no saber que hacer.
Resulta claro a los ojos despiertos que el país sufre una muy severa crisis económica y social, basta mirar los indicadores económicos para ver cuál es la realidad, y esta nos acerca más a los países del tercer mundo que a nuestros vecinos de la región.
Años mintiendo cifras, años relatando estadísticas, ignorando razones, sosteniendo malos funcionarios y peores políticas, han estrellado de frente a la Argentina con la realidad. Inflación insoportable, paritarias que muestran la imposibilidad de conformarlas, presión fiscal histórica, desfinanciamiento provinciales, caída de empleo, aumento de pobreza e indigencia, tasas de interés impagables, economía paralizada, nulo crecimiento de infraestructura, sistema energético colapsado, dependencia importadora de combustible y pérdida de reservas. Todo ello con su correspondiente correlato social, crecimiento exponencial del narcotráfico, inseguridad, brotes de violencia ciudadana, colapso de respuesta judicial, quiebre del servicio de policía y una creciente sensación que requiere un replanteo de fines, metas y funcionarios, para que el turno democrático concluya sin dejar el territorio arrasado.
En este marco Confederaciones Rurales Argentinas, no ha callado ninguno de los temas que hoy atormentan al país, muchas veces desde la más absoluta soledad, cuando muchos de quienes hoy reclaman y paralizan sus actividades, fueron expresos defensores de políticas y políticos a quienes hoy critican; con seriedad, con razones, con números reales mostramos la crisis del sector agro ganadero y también lo que se necesitaba para recuperar terreno perdido, para abastecer el mercado interno y para vender los muchos saldos exportables que entonces se tenían.
Cansa reiterar los números perdidos de producciones antaño líderes y ahora en el furgón trasero de la producción mundial, el Gobierno con sus decisiones sojizó el país y prescindió del resto de las actividades, a las que no trabó su comercialización hasta la asfixia, las mutiló con impuestos y retenciones, con retraso cambiario con idas y venidas, con cambios de reglas y con improvisación. En nada fue exitoso, incluso inventando nuevas entidades del campo para que fueran útiles aplaudidores del discurso oficial.
Abril del 2014 el país paralizado, reclamando a gritos tomar conciencia que hay que atender la realidad, ahora que ya parece tarde, ahora que todo es más grave, ahora que los profetas de la economía social de matriz diversificada están cayendo en la más salvaje ortodoxia, ahora que devaluar, endeudarse, encarecer el crédito, frenar la economía, quitar subsidios y aumentar 5 % los combustibles por mes, resulta el verdadero modelo que quedó, después de la actuación de ineficientes que nos llevaron hasta aquí.
El sector obrero reclama hoy lo que el campo reclama desde hace años, las diatribas personales no van a alcanzar como respuestas al hundimiento de un proyecto al que la gente ya condenó en las urnas.
La verdad puede resultar dolorosa pero la mentira sostenida en el tiempo, es tan cruel, que puede destruir una sociedad, es tiempo de tomar conciencia de ello.
Fuente: CRA