En algunos lotes se advierten signos de estrés término.
Las magras precipitaciones y las temperaturas extremas de las últimas dos semanas mantienen en vilo a los cultivos de verano en la región de mayor potencial. En sectores puntuales, la soja de primera comienza a mostrar síntomas asociados al estrés termo hídrico.
Un complejo escenario hídrico encuadra la campaña 2015-2016 en la zona núcleo ya que los intensos pulsos de calor secan los perfiles superficiales, mientras que persisten los anegamientos en los sectores bajos del oeste de la región.
Así lo consignó la Guía Estratégica para el Agro (GEA) de la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR) luego de relevar el sur de Córdoba y Santa Fe y el norte de la provincia de Buenos Aires.
Las magras precipitaciones y las temperaturas extremas de las últimas dos semanas de enero mantienen en vilo a los cultivos de verano en la zona núcleo.
Los pocos milímetros caídos el domingo anterior refrescaron la región, pero no fueron suficientes, indicaron los técnicos de la GEA.
En sectores puntuales, la soja de primera comienza a mostrar síntomas asociados al estrés termo hídrico: «Las reservas de agua en el suelo están al límite justo en su período crítico de fructificación y formación de semilla por lo que, de no llegar las tan ansiadas lluvias, el potencial de rinde podría verse afectado», manifestaron.
Las áreas más comprometidas son el noroeste bonaerense y sureste de Santa Fe, fundamentalmente donde la napa se vuelve inaccesible para la oleaginosa.
En tanto, las altas temperaturas aceleraron el período de llenado en maíces temprano y puede afectar el peso de los granos, por lo que bajan las perspectivas de rindes del cereal.
«Al este de la región núcleo, el marchitamiento del follaje en soja enciende una alarma. El 64% de los cuadros está fructificando y si no aparece una lluvia, hay riesgos de caída de vainas», sostuvieron.
El 9% de la región se califica en condición regular por la falta de lluvias y los primeros indicios de rindes marcan entre 2 a 6 quintales por hectárea por debajo que la campaña pasada que fue de 43 quintales. Sin embargo, los mecanismos propios de compensación de la oleaginosa pueden atenuar las pérdidas de rinde, siempre y cuando se cumplan los pronósticos de lluvias a cortísimo plazo.
Particularmente, en el noreste bonaerense, como resultado de la falta de agua, comenzaron a aparecer trips; plaga típica de campañas secas.
La afectación se nota en el acortamiento de los entrenudos con la consecuencia directa de una baja altura de plantas y los cuadros de soja de segunda aún no logran pasar la altura del rastrojo y presentan dificultad para alcanzar su índice de área foliar crítico.
En contraste, en el oeste de la región, la alta demanda atmosférica fue beneficiosa para contraer los excesos hídricos, «esta vez, la cercanía de las napas está jugando a favor al amortiguar los efectos del golpe de calor».
«Los pocos milímetros caídos el domingo 24 fueron suficientes para los relieves altos», mientras que las «temperaturas por encimas de los 35º C afectan el normal desarrollo» del maíz.
Sin embargo, la intensidad del impacto dependerá de las condiciones hídricas del perfil y el estadio fenológico, añadió el informe. El fenómeno meteorológico de El Niño no cumple con las expectativas de lluvia y así la tendencia de moderadas a escasas precipitaciones de las últimas semanas en el área GEA continuará esta semana.
Lejos de abastecer la demanda hídrica, los pronósticos indican lluvias inferiores a los 20 milímetros y se concentrarían el viernes.
Fuente: La Opinión de Pergamino