Con precios más bajos y mayores costos, se achican los márgenes esperados y hay situaciones donde el cereal da pérdidas
Luego de una campaña con buenos resultados económicos, el próximo ciclo agrícola para el trigo, cuya siembra empezará en mayo, se avecina con números más estrechos para los bolsillos de los productores del cereal.
El año pasado, en la primera campaña en la que la siembra se pudo hacer sin retenciones y en un contexto de libertad comercial, el área sembrada con el cereal se expandió un 23,7% y alcanzó una superficie de 4,7 millones de hectáreas, según la Bolsa de Cereales de Buenos Aires.
Según un informe de Globaltecnos SA, ahora un primer factor en contra para el cultivo viene por el lado de los precios. La posición enero de 2018, que marca el ingreso de la cosecha, oscila entre 157 y 160 dólares por tonelada en los mercados a término. Esos valores son inferiores a los 170 dólares que pueden pagarse para la mercadería disponible.
Para la consultora, esta situación repercute directamente sobre el margen bruto y en el rendimiento que se necesita obtener para cubrir los costos de producción. En 2016, a esta altura del año en un campo alquilado podía proyectarse una rentabilidad antes del impuesto a las ganancias del 8,6%. En cambio, en el escenario actual la rentabilidad antes de impuestos da un rojo de 9,03%. En tanto, el margen neto es negativo en 41,4 dólares por hectárea. Recién con un precio de 180 dólares por hectárea se pasaría a una rentabilidad positiva del 2,3%. En este caso, además, hay un margen neto de 10,7 dólares por hectárea.
«El trigo 2017/18 está presentando bajos precios internacionales e internos para afrontar el aumento de costos no dolarizados y el rezago cambiario», dijo Matías Amorosi, de Globaltecnos.
Según Amorosi, por estos factores el rinde necesario para cubrir los costos en un campo alquilado, por ejemplo del oeste de Buenos Aires, se disparó a 46,1 quintales por hectárea, un nivel alto. Para comparar, en el ciclo pasado hacían falta 38,9 quintales por hectárea para cerrar las cuentas.
Para el productor en campo propio, los números son mejores, pero no holgados. Así, con un precio de US$ 160 y un rinde de 42 quintales por hectárea, el margen bruto (antes de impuestos) es de 81,1 dólares por hectárea. En tanto, con un valor de US$ 180 el margen bruto se estiraría a US$ 133,2 por hectárea.
«Si se consideran los precios, en enero de 2018 el valor está por debajo de la paridad teórica, que se ubica alrededor de 165/170 dólares por tonelada, y si los gastos de producción y cosecha continúan subiendo a la par de la inflación, la ecuación se torna ajustada», alerto el especialista de la consultora.
En este contexto, si se mantuvieran los valores de los alquileres de la campaña pasada, haría falta un precio del trigo de US$ 193 por tonelada para salir hecho con rindes de 42 quintales por hectárea en el oeste de Buenos Aires, precisó Amorosi.
Más allá de los números, hay elementos que pueden ayudar a la siembra. El primero tiene que ver con las condiciones de humedad, que son óptimas a esta altura del año. Otro factor es que la cebada, su competidora en el sudeste bonaerense, en plena región triguera, cotiza más bajo, a 135/140 dólares.
Otro punto a favor es que se espera que los bancos, interesados en prestar al campo, ofrezcan un buen financiamiento para el trigo. En el semillero Don Mario proyectan que la siembra suba en 300.000 hectáreas, a 5 millones de hectáreas.
De números y expectativas
46,1
Quintales por hectárea
Es el rinde que se necesita en un campo alquilado del oeste bonaerense para cubrir los costos.
5
Millones de hectáreas
Es el área que proyecta el semillero Don Mario para la próxima siembra de trigo.
Fernando Bertello para La Naciónafip