24 de mayo, antes de que Cristina Kirchner fuera candidata, el dólar comprador Banco Nación era de $ 15,90, con una mejora interanual del 15,2 por ciento. Al cierre de julio, era de $ 17,45 con un incremento del 17,9% interanual.
Entretanto, en junio, la inflación anualizada para el Gran Buenos Aires rondaba el 24% y la núcleo nacional también anualizada era del 16,8%.
Se concluye que no hubo mejora en el tipo de cambio real y que, en todo caso, el valor nominal del dólar sigue a la inflación núcleo nacional, pero pierde con la inflación de los índices.
Al cierre del 31 de julio pasado, los valores FOB de los principales productos de exportación agrícola, están -salvo el aceite de soja- entre 8,3 y 20,9% por debajo de los de hace un año. El FOB del aceite de soja creció 6,%, pero cayeron 20,9; 16,2; 9,8; 9,7 y 8,3% los precios FOB de: harina de soja, maíz, grano de soja, trigo y aceite de girasol, respectivamente.
El poder de compra del agro pampeano sigue cayendo no sólo por los precios internacionales más bajos, sino también por la apreciación del peso.
Algunos atribuyen la reciente suba del dólar al «efecto CFK», pero es más bien una política «permitida» por el BCRA, luego de que tuviera que girar Adelantos Transitorios al Tesoro Nacional por $ 43.200 millones, a fines de junio, para pagar los aguinaldos. En la licitación de Lebac del 18 de julio, la tasa de interés no subió lo suficiente, como para esterilizar la inyección de pesos.
La semana pasada se dio la señal de que, para el Central, ya estaba bien un dólar de $ 17,80 con el cual transitar las PASO.
En nuestra opinión, es hora de que la flotación deje de ser limpia, con intervenciones esporádicas de la autoridad. Recomendamos bandas de flotación explícitas y compromisos de renovación mensual (anunciadas con antelación), según la evolución del balance de pagos. Se podría, por ejemplo, anunciar para agosto, un dólar comprador de $ 17,60 y un vendedor de $ 18.
Jorge Ingaramo
El autor es economista