Aripar Bio, de Daireaux, dejará de producir y en La Pampa otra firma teme por su continuidad.
La decisión del Gobierno de reducir en un 15% el valor del biodiésel que se destina al mercado interno se cobró ayer su primera víctima entre las pymes del sector: Aripar Bio, una planta con capacidad para producir 50.000 toneladas por año de ese biocombustible, cerrará su producción a fines de mes.
«No tengo otra alternativa porque es imposible seguir funcionando», dijo a LA NACION Carlos Paredes, presidente de la firma.
En Daireaux, una localidad ubicada 414 kilómetros al oeste de Buenos Aires, que tiene como motor la actividad agropecuaria, esa empresa venía empleando a 50 personas. Ahora se van a quedar sin trabajo. El empresario invirtió US$ 10 millones para hacer esa planta y vendió un campo para poder terminarla.
Paredes justificó el cierre en que el nuevo precio establecido por decreto del viernes pasado para el mercado interno, de 4405 pesos la tonelada de biodiésel, no cubre los costos. De hecho, ese valor implica una merma del 15% respecto del precio del mes pasado, fijado por el Ministerio de Planificación.
En el país hay 27 pymes elaboradoras de biodiésel -producido, principalmente, sobre la base de aceite de soja- que emplean a unas 2500 personas y cubren la demanda interna -asegurada por ley- de las petroleras que usan este biocombustible para cortarlo al 7% con el gasoil. Las pymes, todas nacionales, abastecen unas 645.000 toneladas, lo que representa el 50% de la demanda local.
En el caso de Aripar Bio, tiene como clientes a YPF, Petrobras y Esso. «Ya les comuniqué que voy a entregar lo que tengo y luego no entrego más», señaló Paredes. Según el empresario, por la merma en el precio las pymes quedaron «900 pesos por tonelada por debajo de los costos».
En agosto la firma tiene que entregar 4166 toneladas de biodiésel y la medida oficial le significa una pérdida de capital de 3,2 millones de pesos por el menor precio. Las pymes no están integradas como las grandes aceiteras, que tienen una mayor espalda financiera y, además, exportan, si bien a estas últimas también se les resintió el negocio porque el Gobierno también decretó el viernes pasado la suba de las retenciones a un 24 por ciento efectivo.
La crisis de este sector amenaza también con afectar a otras pymes que forman un grupo de 300 fábricas que procesan el aceite de soja para comercializarlo a las elaboradoras de biodiésel. «Yo compraba un 60 por ciento del aceite a pequeñas fábricas que también van a cerrar», dijo Paredes.
Problemas en La Pampa
En Catriló, en La Pampa, la firma Enresa no prevé por el momento cerrar sus puertas, pero sí advierte que podría dejar de producir.
«Vamos a cumplir los compromisos de agosto y si el precio no se revierte, vamos a dejar de producir. El valor publicado no cubre costos», señaló Tomás Lorda, vicepresidente de la firma pampeana. En esa empresa hay 30 empleados. «Nosotros no queremos cerrar; estamos tratando de negociar con el Gobierno para evitar esto», dijo Lorda.
El año pasado, la presidenta Cristina Kirchner, que en sus discursos siempre reclama que las empresas del agro se dediquen a agregar valor en origen, inauguró por teleconferencia esta planta que ahora ve comprometido su futuro.
50% de la demanda interna
de este biocombustible ya es abastecida por las pymes, según diversas estimaciones del sector.
900 pesos por tonelada
sería el margen negativo que tendrían las empresas con el nuevo precio fijado para el mercado local
Por Fernando Bertello, publicado en La Nación