Se sostienen las perspectivas de buen tiempo.
El miércoles pasado cerró este inusual comportamiento pluvial con un importante evento de lluvias superiores a los 70 milímetros. Es la primera vez en más de diez años que los excesos hídricos fueron persistentes a lo largo de cuatro semanas.
De a poco el buen tiempo comienza a plantear un horizonte de mayor viabilidad para analizar el duro impacto del comportamiento pluvial de abril, el cual en todos los departamentos del norte de la provincia de Entre Ríos, sur de Corrientes y centro de Santa Fe han dejado marcas históricas, al menos contando datos oficiales desde 1950. Como se sabe, en el resto de la zona núcleo la situación no ha sido menos compleja, aun cuando los acumulados pluviales fueron ostensiblemente menores. Con el 50 por ciento de lo que llovió en la zona antes mencionada, igual bastó para duplicar los valores normales del corriente mes.
Según el informe de la Consultora de Climatología Aplicada (CCA), el miércoles pasado se puede decir que cerró este inusual comportamiento pluvial con un importante evento de lluvias superiores a los 70 milímetros en el noreste de la región pampeana. A partir de entonces se fueron sucediendo jornadas donde las precipitaciones comenzaron a retroceder de manera firme, sin que dejen de observarse lloviznas y lluvias menores.
Con el avance de la masa de aire frío durante el domingo se reactivó la inestabilidad y volvieron a concretarse algunos chaparrones. Los mismos fueron generalizados, sin embargo con una oferta de agua que puede considerarse normal. Es decir, si no se tuviese que contar con el recorrido de abril, estas precipitaciones hasta hubiesen pasado por buenas. Dentro del contexto hídrico que traemos, cualquier lluvia causa daño. Por si faltara algo, en algunas localidades del sudeste de la provincia de Entre Ríos la sudestada del lunes y del martes elevó de manera significativa el nivel del Río Gualeguay-chú, generando inundaciones temporarias en la ciudad, algo que posiblemente se haya visto en otras zonas ribereñas del Río Gualeguay. Como sea e independientemente de este evento de impacto más bien localizado, la situación en la región pampeana central recién comienza a perfilar una salida de este desmesurado escenario hídrico.
Las lluvias de comienzos de semana, aunque menores, bastaron para mantener a tope el nivel de agua en el perfil, es decir, como mínimo suelos saturados en la mayor parte del territorio con encharcamientos.
Las ventajas del suelo entrerriano en cuanto a su topografía, con un paisaje quebrado seguramente por sectores, ayuda a configurar un escenario menos complejo que el observado en el este cordobés o el centro santafesino. Aun contando con esta ventaja por cuarta semana consecutiva, el balance hídrico a nivel provincial resultó en excesos generalizados.
Es la primera vez en más de diez años que los excesos hídricos fueron persistentes a lo largo de cuatro semanas, con mínimas excepciones en casi toda la zona núcleo. Teniendo en cuenta sólo este dato de escritorio, se hace innecesario el trabajo de campo para reconocer una situación de emergencia extrema y que tendrá un impacto muy fuerte, principalmente por el momento tan inoportuno en que sucede. Abril presenta un máximo de vulnerabilidad a los excesos hídricos de los cultivos listos para la cosecha, quizá con mayor fortaleza del maíz para afrontar la situación.
Las perspectivas de buen tiempo se sostienen en el corto y mediano plazo. Es hora de comenzar a ver con ánimo las tareas de recolección que progresivamente podrán llevarse adelante. Seguramente habrá que dimensionar pérdidas, pero también es hora de definir las estrategias para enfrentar en forma ordenada este tipo de escenarios, ni más ni menos que desarrollar capacidad de adaptación. Las declaraciones de emergencia sobre las consecuencias que dejan hechos climáticos consumados parece ser una herramienta perimida.
Fuente: La Opinión de Pergamino