La semana del campo.
Sólo una semana después de que cayeran más de 100 milímetros en las zonas más afectadas por la falta de lluvias en la zona núcleo del país la presidenta Cristina Kirchner se refirió a la sequía.
Lo hizo de la peor forma que un jefe de Estado puede hacerlo: tarde y mal. Es cierto que hasta el 24 de enero pasado estuvo en uso de licencia por enfermedad, pero el día que realizó su primer acto público omitió mencionar la crítica situación por la que pasaba gran parte del país debido a la falta de lluvias.
Más aún: si bien hay zonas en las que las precipitaciones volvieron a ser normales, los daños son irreversibles, especialmente en maíz. Si para el cereal se esperaba una cosecha de casi 30 millones de toneladas, según las estimaciones más optimistas, y se llegará a 21 millones de toneladas, quiere decir que habrá una pérdida económica concreta. De igual forma sucede con la soja, que se producirían entre cinco y siete millones de toneladas menos que las calculadas al comienzo de la campaña.
En un año en el que la economía argentina necesita más que nunca ingresos de divisas por exportaciones dejar de recibir unos 4700 millones de dólares por el fenómeno La Niña debería ser motivo de preocupación.
Como en su momento el ministro de Agricultura, Norberto Yauhar, pidió a los dirigentes rurales «no mediatizar» el tema de la sequía, la Presidenta, al minimizar la situación, exhibió una falta de sensibilidad sorprendente. En muchas regiones del país -norte de Santa Fe, la cuenca del Salado o el sudoeste de Córdoba- las lluvias fueron insuficientes por lo que las consecuencias de la sequía podrían agravarse.
Además, aún en los lugares donde hubo buenas precipitaciones la semana pasada -como en el oeste bonaerense- se necesita un buen milimetraje para no dar por perdida la cosecha.
«El 7 de octubre fue la última lluvia aceptable que tuve», recuerda una productora del partido bonaerense de Dolores. ¿Cómo decirle a ella que el impacto de la sequía fue «mínimo», como dijo la Presidenta?
En rigor, no habría por qué sorprenderse. Al Gobierno le preocupa más el relato de la sequía que la sequía misma.
Ninguna entidad o productor hizo responsable al Gobierno sobre la sequía. Lo que sí se advirtió fue que cuando ocurren fenómenos de este tipo, que pueden provocar quebrantos generalizados, el esquema impositivo basado sobre los derechos de exportación se revela como altamente injusto.
En Pergamino, una de las zonas más castigadas por la sequía, en un documento elaborado por la Mesa de Enlace local, a instancias de la Sociedad Rural de Pergamino, junto con la Cámara de Comercio e Industria local, y el municipio, se señala que la pérdida económica que causará la falta de lluvias ascenderá a 344 millones de pesos, mientras que por derechos de exportación, el partido aporta $346 millones. Ante ese escenario, el intendente de Pergamino, Héctor Gutiérrez, graficó: «Los pequeños y medianos productores deberán recurrir a la financiación para hacer frente a la próxima cosecha y no se ven en el horizonte líneas de crédito accesibles».
Este es el panorama sobre el que plantean los mayores interrogantes: cómo hacer para que la rueda no se detenga. Según calculó el presidente de la Confederación de Asociaciones Rurales de la Tercera Zona (Cartez), Néstor Roulet, se necesitará financiar al menos el 10 por ciento de la inversión anual que se destina para la campaña agrícola, unos 3000 millones de dólares, para que la campaña 2012/13 sea positiva.
Esa suma de dinero no va a parar al bolsillo de los productores sino que se multiplica por toda la cadena. Si por la sequía los transportistas tienen que bajar los precios de los fletes ¿son los chacareros solamente los que pierden? Es evidente que no.
Sin embargo, la Presidenta interpretó que esos reclamos tenían un carácter meramente sectorial. De ahí que también provocaron malestar sus declaraciones. «No podemos en una actividad tan dinámica, que ha innovado tanto y que es tan importante para la economía del país, seguir pidiéndole a Dios la lluvia y cuando no llueve pidiéndole plata al Gobierno», dijo y en seguida se lamentó porque los productores no utilicen los seguros agrícolas para cubrirse de estos fenómenos.
Lo curioso es que van casi nueve años de administración kirchnerista y la Presidenta parece descubrir recién ahora la importancia de los seguros agrícolas. La Oficina de Riesgo Agropecuario (ORA) del Ministerio de Agricultura señala que desde 2004 hasta el presente el mercado de seguros agrícolas viene creciendo en forma sostenida, a tono con la recuperación de la economía (ver www.ora.gov.ar). Es decir, que no se trata de una cuestión cultural como interpreta la Presidenta sino de una ecuación económica. Como se ha dicho, el grueso de las pólizas corresponde al granizo, pero el Gobierno no ha hecho nada en estos años en esta materia, a excepción de los esfuerzos de los técnicos y de quienes quisieron fortalecer la ORA, para fomentar el uso de los seguros multiriesgo. Yauhar, después de las declaraciones de la Presidenta, prometió la instrumentación de un seguro agrícola obligatorio, lo que sería toda una innovación a la que habría que prestarle atención para exigirle transparencia.
Las palabras de la Presidenta revelan que una política agropecuaria no consiste sólo en hacer proyecciones optimistas sobre metas de producción o esperar que la demanda internacional actúe como disparador de los precios. Se requiere de un esfuerzo por dejar el rol de comentarista y asumir el de funcionario de Estado.
RESUMEN
46 Millones de toneladas Alcanzaría la cosecha de soja
LA FRASE
«La problemática de la sequía no es sólo del productor, es de toda la ciudad de Pergamino», Javier Ferrretti – Presidente de la Cámara de Comercio, Industria y Servicios de Pergamino.
Por Cristian Mira.
Publicado por La Nación el 18 de febrero de 2012