Escepticismo: Aunque dure 60, 90 o 120 días, el congelamiento de precios difícilmente logre reactivar el consumo si no está acompañado por otras medidas para frenar las expectativas de la inflación , que se ubican cerca del 30%, indicaron cuatro economistas.
Mientras el Gobierno dejó entrever que el plazo inicial de esta medida (dos meses) se extenderá -para que tenga impacto en el cierre de las paritarias-, los analistas creen que, como «parche», puede aguantar hasta las elecciones de octubre.
Eduardo Levy Yeyati, Hernán Lacunza, Jorge Todesca y Luciano Laspina coincidieron en descartar que el Gobierno adopte medidas integrales en el plano monetario o fiscal para desacelerar la suba de los precios, aunque deje trascender su «preocupación» por la inflación.
«Hay un efecto de estos acuerdos, que es anticipar consumo pocas semanas antes de que se caigan, pero en forma espuria. Para que pase lo contrario, la gente debe percibir que lo que consume está a un valor barato y todo dependerá de las paritarias», explicó Levy Yeyati.
El director de Elypsis consideró que «el Gobierno quiere hacer un plato que lleva tres ingredientes con uno solo de ellos y, por lo tanto, es muy difícil que salga bien; si quisiera algo más equilibrado, debería hacerlo también con un índice de precios creíble y un banco central que no se ocupe solamente de financiar al Tesoro nacional».
En la misma sintonía, el ex gerente del Banco Central Hernán Lacunza consideró que, «como ocurrió con el cepo cambiario, del congelamiento también será muy difícil salir , casi imposible». Lacunza recordó el control del precio de la carne que impulsó el secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno: «Cuando liberaron los precios después del congelamiento de 2008-2009, en 2010, explotó el precio», dijo.
En este sentido, opinó que difícilmente el congelamiento per se logre incentivar el consumo, que «está siendo afectado por la pérdida real de los salarios y que difícilmente se recupere en el año en el que el Gobierno quiere poner techo a las negociaciones paritarias». Además, subrayó, los vaivenes en el consumo se dan en un contexto en el que «la inversión está desplomada, las exportaciones frenadas por el atraso cambiario y la alta inflación ya no logra convivir cor el crecimiento económico, como ocurrió hasta 2011».
Tanto o más escéptico, el economista jefe del Banco Ciudad, Luciano Laspina, consideró que «el congelamiento le permitirá al Gobierno aguantar el problema hasta las elecciones, pero el impacto sobre el consumo es neutro». Y añadió: «Los precios se congelaron a valores altos y, hasta que no haya paritarias, la situación no cambia. Cuando empiece el desabastecimiento natural de este tipo de acuerdos, van a aflojar la rigidez del congelamiento».
Laspina, además, dijo: «Con este tema se está discutiendo más política que economía, a los efectos de que la opinión pública diga que el Gobierno se está ocupando de la inflación, pero no creo que hagan nada desde lo monetario ni lo fiscal en un año electoral». Sin embargo, admitió que el congelamiento «es un parche que puede servirles para que la inflación no se les escape más de las manos y, por lo tanto, les permita ganar las elecciones, como pasó en otros comicios parlamentarios».
En tanto, el jefe de la consultora Finsoport, Jorge Todesca, dijo que el impacto sobre el consumo seguramente será ínfimo, porque «en muchas encuestas se ve que la gente con trabajo formal tiene temor de perderlo, algo que hace un par de años no ocurría». Además, afirmó que «en el sector no registrado no hay expectativa de aumentos de los salarios del 25 o 30 por ciento», que podrían empatar la suba de precios.
Por lo tanto, concluyó, el congelamiento «puede estabilizar, pero no hacer repuntar el consumo». Todesca expresó también cierto escepticismo sobre la posibilidad de que el Gobierno corrija el rumbo para reducir en forma sustancial la inflación. «Más bien espero más ideas y prácticas rústicas, porque no hay equipos ni ideas para hacer otra cosa», se quejó.
Por Martín Kanenguiser | LA NACIÓN