Ayer cerró a $ 10,08, el precio más alto desde que alcanzó su máximo en mayo, cuando tocó los $ 10,45; la brecha con el oficial trepó a 72%
El dólar paralelo volvió a superar ayer los $ 10 al cabo de otra jornada caliente en la City porteña. Los operadores parecieron aprovechar la «memoria emotiva» de quienes tienen decidido dolarizar ahorros o necesitan enfrentar gastos en esa moneda para, en vísperas de las elecciones, darle un impulso adicional a la cotización. Es que los que tienen divisas se aferran cada vez más a ellas y los que necesitan adquirirlas, creyendo que el precio se escapará aún más, suelen validar las subas con tal de asegurarse los billetes.
Así, los operadores obtienen beneficio de ese «trauma» toda vez que no se olvida que pocos días después de imponerse holgadamente en las elecciones presidenciales de 2011, el Gobierno impuso el cepo cambiario e implantó un control del mercado de cambios cada vez más férreo que dio lugar al surgimiento de un floreciente mercado negro. Además, porque en un contexto de caída de las reservas (US$ 9178 millones ya se perdieron en lo que va del año, la mayor cifra de 2001 a la fecha), es extendida la creencia de que el Gobierno adoptará tras las elecciones nuevas medidas para intentar parar esa sangría, que podrían derivar en una ampliación mayor de la brecha cambiaria.
La divisa para la venta cerró en ese segmento de negocios a $ 10,08, según el relevamiento de Reuters, con lo que alcanzó su segundo pico histórico tras los $ 10,45 del 8 de mayo pasado y volvió a valores que no mostraba desde aquella corrida cambiaria que desató la ira del Gobierno. Por entonces, los funcionarios hacían cola para demonizar a quienes hicieran algún tipo de operación en esa plaza y agitaban el fantasma de un plan desestabilizador en medio de todo tipo de presiones sobre cambistas y banqueros, que provocarían varios feriados cambiarios de hecho.
Curiosamente, apenas un puñado de días después de aquel pico, el Gobierno lanzó el blanqueo de divisas -vigente hasta hoy, pero con muy pobres resultados- con una presentación pública de todos los funcionarios con responsabilidad en el manejo de la política económica, en la que varios de ellos pasaron de descalificar a los que habían adquirido o mantenían dólares en negro a convidarlos para que tomen parte de un plan que incluía perdón y desistimiento de cualquier tipo de reclamo de índole fiscal. Esa iniciativa incluyó la emisión del Certificado de Depósito para la Inversión (Cedin), una especie de cheque pintado de verde (quien lo recibía a cambio de la venta de un bien inmueble podía convertirlo en divisas) para tratar de hacerle competencia al paralelo y reducir la amplia brecha (72%) que separa su precio del que tiene en la plaza oficial ($ 5,87 al cierre de ayer).
Por todo ello ya ayer por la tarde algunos operadores habían comenzado a advertir a sus clientes más habituales que en los próximos días no operarían o que lo harían de manera mucho más acotada que lo habitual. Esa presunción tomó cuerpo luego de la primera oleada de redadas que personal de alguna de las reparticiones con injerencia, acompañados por policías o gendarmes, llevaron adelante en el microcentro porteño desde el mediodía de ayer, es decir, apenas los portales de noticias comenzaron a reportar el valor del dólar por encima de los $ 10.
Y se fortaleció luego de que el presidente de la Comisión Nacional de Valores (CNV), Alejandro Vanoli, volvió a esgrimir la teoría conspirativa. «Están queriendo instalar un tipo de cambio que en primer lugar es ilegal y poco significativo. Como si se publicara el precio de la cocaína en un medio de prensa», bramó.
Esa comparación rebotó en las redes sociales. «Si el blue es coca, el peso es paco», lanzó por Twitter el economista José Luis Espert. Su colega Felipe Murolo valoró el paralelo que trazó Vanoli desde lo conceptual: «Comparan el blue con la cocaína. Buen punto. La prohibición los hace más atrayentes y caros».
Vanoli además sorprendió al asegurar que en la plaza cambiaria había «total tranquilidad», entre otras cosas porque «la CNV, junto con otros organismos como la Secretaría de Comercio Interior, el Banco Central y Proselac, está controlando la operatoria ilegal, donde prácticamente no hay operaciones».
Y destacó la situación de bonanza por la que atraviesa la Bolsa porteña y los principales activos de riesgo argentino. «El país real tiene que ver con cómo esta funcionando el mercado financiero, con récord en el valor de las acciones que en un año están duplicando su valor, con volumen récord, bonos que están subiendo 20% en el mes», proclamó, pasando por alto que parte de esas valoraciones se producen para escapar de la persistente devaluación del peso y quedar a cubierto.
De hecho, en la primera parte del año la Bolsa llegó a obtener ganancias que rondaron del 30 al 40% sólo por ajustes de precios relacionados con la escalada que mostraba el precio del dólar «libre».
Por Javier Blanco | LA NACION