Vestido con su sotana blanca, Francisco I se asomó en el balcón de la Basílica de San Pedro, miró con mucha paz y serenidad a una multitud que enfervorizada lo recibió. Primero rindió tributo a su predecesor, Benedicto XVI, y antes de despedirse, este cardenal de vida austera y bajo perfil mediático pidió a los presentes un “minuto de silencio”.
El jesuita argentino Jorge Mario Bergoglio se convirtió ayer contra todo pronóstico en el primer Papa latinoamericano, con el nombre de Francisco I. En su primera aparición en el balcón de la Basílica de San Pedro, ante decenas de miles de fieles enfervorizados, el nuevo Papa bromeó sobre el hecho de que los cardenales lo hubieran ido a buscar “al fin del mundo”.
Ya más en serio, instó a los católicos a “emprender un camino de fraternidad, de amor” y “de evangelización”, en un momento de importantes desafíos para la Iglesia.
Vestido con su sotana blanca de Papa, también rindió tributo a su predecesor, Benedicto XVI, que renunció al cargo el pasado 28 de febrero y con el que tendrá que convivir en el Vaticano.
Antes de despedirse, este cardenal de vida austera y bajo perfil mediático pidió a las decenas de miles de fieles, turistas y curiosos presentes un “minuto de silencio”.
Primado de Argentina, Jorge Bergoglio goza de gran prestigio por sus dotes intelectuales.
Los desafíos
Con esta elección concluyen cuatro semanas inéditas en la historia moderna de la Iglesia después de la renuncia inesperada de Benedicto XVI, alegando “falta de fuerzas”, un hecho sin precedentes en los últimos siete siglos.
El nuevo Pontífice, que no pertenece al controvertido engranaje vaticano, también tendrá que responder a los escándalos que estallaron durante el último pontificado, como el de los abusos sexuales a menores o el caso “VatiLeaks” de filtración de documentos confidenciales del Pontífice que terminó por revelar una trama de abuso de poder en la Curia, el gobierno central del Vaticano.
Esta crisis con múltiples aristas debería obligarle a adoptar reformas, simplificar sus estructuras, introducir nuevas maneras de tomar decisiones en forma colegial y sobre todo hacer limpieza en sus finanzas por las críticas a la falta de transparencia en la gestión de su banco, el Instituto de Obras de Religión (IOR).
A estos problemas, se suma una pérdida de influencia de la Iglesia debido a la disminución de fieles y a las críticas de una parte de los católicos por hacer oídos sordos a la evolución del mundo moderno en temas como el papel de la mujer en la Iglesia y la sexualidad. Los 115 cardenales, de 51 países de los cinco continentes, entraron en cónclave el martes.
Según la constitución apostólica, debían permanecer recluidos hasta que un candidato obtuviera dos tercios de los votos, en este caso 77.
Bergoglio ni figuraba entre los favoritos, encabezados por un italiano, el arzobispo de Milán, Angelo Scola, de 71 años, y tres prelados del continente americano, el brasileño Odilo Scherer, de 63 años, arzobispo de San Pablo y considerado el candidato de la curia; del canadiense Marc Ouellet, prefecto de la congregación para los Obispos y discípulo de Benedicto XVI y del mediático estadounidense Timothy Dolan, de 63 años y arzobispo de Nueva York.
El anuncio del nombre de este nuevo Papa, el primer jesuita y el 266º de la historia, fue acogido con gritos de alegría por la muchedumbre enfervorizada que abarrotaba la gran plaza de San Pedro, en el Vaticano.
La fumata blanca
Una fumata blanca anunció ayer a la tarde en la plaza de San Pedro del Vaticano la elección de un nuevo Papa de la Iglesia católica, que sucederá a Benedicto XVI.
El mensaje del esperado humo que salió a las 18:05 GMT fue confirmado por el tañido de las campanas de San Pedro, bajo las aclamaciones de una muchedumbre enfervorizada que desafío la lluvia intermitente con banderas de numerosos países.
El cardenal protodiácono, el francés Jean Louis Tauran, proclamó desde el balcón de la Basílica de San Pedro la famosa frase en latín “Anuntio vobis gaudium, habemus Papam” (Os anuncio una gran alegría, tenemos Papa), con la que se reveló al mundo el nombre del nuevo líder de 1.200 millones de católicos, Jorge Mario Bergoglio, que se llamará Francisco I.
Vestido con su nueva sotana blanca y con una cruz de madera en el pecho, Francisco I, de 76 años, también rindió tributo a su predecesor, Benedicto XVI.
Antes de impartir su bendición urbi et orbi (a la ciudad y al mundo), este hijo de un trabajador ferroviario de origen italiano y un ama de casa pidió a los fieles, turistas y curiosos presentes un “minuto de silencio” para orar por él.
Fue un gesto sorprendente, casi una revolución para el líder de la Iglesia. La misa de entronización de Francisco I tendrá lugar el próximo martes 19, día de San José, apenas días antes del inicio de la Semana Santa y a ella deberían asistir numerosos mandatarios.
“Auguro que este camino de la Iglesia que hoy comenzamos y en el que me ayudará mi cardenal vicario aquí presente, será fructuoso para la Iglesia y para esta bella ciudad”, dijo Francisco I desde el balcón de la Basílica de San Pedro ante decenas de miles de fieles que cantaban en italiano “¡Francesco, Francesco”!
“Ustedes saben que el deber del cónclave es dar un obispo a Roma, y parece que mis hermanos cardenales han ido a escoger al fin del mundo”, destacó el flamante Papa.
Francisco I, también el primer Papa jesuita, fue elegido en el segundo día del cónclave y en la quinta votación de los cardenales electores, por lo que el proceso de su designación fue uno de los más cortos de los últimos años.
En comparación, Benedicto XVI fue elegido en la cuarta votación en 2005, aunque era el claro favorito antes del cónclave. Juan Pablo II, el antecesor de Benedicto, fue electo en la octava votación en 1978 y fue el primer papa no italiano en 455 años.
El cónclave que eligió a Bergoglio había comenzado sin un favorito excluyente y marcado por la renuncia de Benedicto XVI y por el escándalo de robo y publicación por medio de la prensa de documentos papales que revelaron internas y desmanejos en la Santa Sede.
Antes de la aparición de Bergoglio en el balcón, la multitud de fieles explotó en gritos de júbilo al ver la salida, poco después de las 19 (las 15 en Argentina), de una humareda blanca de la chimenea de la Capilla Sixtina, la tradicional señal de que se eligió un nuevo Papa.
Muchos cerraron sus paraguas y se empaparon para ver mejor la densa columna de humo bajo la intensa lluvia que caía sobre la anochecida plaza.
En la primera línea de avance se podían ver banderas argentinas, estadounidenses, españolas, francesas y mexicanas.
Bergoglio es el primer papa americano de la historia y el primero no europeo desde Gregorio III, que nació en Siria y fue Pontífice del año 731 al 741.
El vocero del Vaticano, padre Federico Lombardi, informó que la misa de inicio del pontificado de Francisco I será el 19 de este mes, día de San José, el patrón de la Iglesia.
Lombardi dijo que el nuevo Pontífice ya habló por teléfono con el Papa emérito Benedicto XVI, que actualmente reside en la residencia papal de Castel Gandolfo hasta que se refaccione un monasterio donde pasará el resto de su vida retirado.
Bergoglio visitará mañana la basílica de Santa María la Mayor para rezar a la Virgen, agregó el vocero.
Su agenda continuará mañana, cuando salude a todos los miembros del Colegio Cardenalicio en horas de la mañana en la Sala Clementina de la Santa Sede.
El sábado por la mañana saludará a los periodistas que cubrieron el cónclave, estimados en más de 5.000.
El domingo recitará el primer ángelus de su pontificado.
Fuente: Noticias Argentinas