Estudio privado: El Estado argentino aumentó 60% su tamaño desde el año 2000, pero ese crecimiento no fue producto de un aumento en su prestación de servicios ni de la generación de nueva infraestructura vial, educativa o destinada a servicios de salud. El aumento fue el resultado de su intervención en la economía, básicamente creando y multiplicando impuestos considerados distorsivos, para repartirlos luego en subsidios que muchas veces también resultan distorsivos.
A esa conclusión arribó un estudio realizado por técnicos del Instituto Argentino de Análisis Fiscal (Iaraf), que dirige el economista Nadin Argañaraz, por encargo de la Asociación Empresaria Argentina (AEA).
El trabajo señala que «el tamaño del Estado consolidado (medido como el total del gasto primario nacional, provincial y municipal en relación al producto bruto interno -PBI-) ha crecido de manera importante a lo largo de los últimos 12 años».
Afirma que pasó de representar «el 26,5% de la economía en el período 2000-2006, a 42,5% en 2012», y sin que se consideren en esa cuenta «los intereses de deuda», aclara. También destaca que lo que más creció fue el poder del Estado nacional, al acrecentar una estructura de raigambre eminentemente centralista. «En este aumento, la Nación tuvo decisión política sobre el 75% del incremento; las provincias, sobre 19%, y los municipios, sobre 6%», afirma.
Sostiene, asimismo, que buena parte de este crecimiento deriva de la mayor presión tributaria: creció del 23,8% del PBI al 38,6%.
Las cifras que desmenuza el Iaraf demuestran que el crecimiento del sector público y el incremento de su intervención en la economía no han tenido nada que ver con aumentos de la eficiencia y la equidad. Concluye que han significado, en cambio, todo lo contrario.
El trabajo también destaca:
El principal factor de crecimiento del Estado fue el de las transferencias corrientes al sector privado, que incluyen los subsidios económicos y que explican un 25% del aumento. Le siguen el gasto en seguridad social y el gasto en personal, con una participación del 23 y del 19%, respectivamente, en ese crecimiento.
Los tres rubros explican un 67% del crecimiento en la importancia relativa del gasto público dentro de la economía en los últimos 12 años. De esto se deriva que las erogaciones de carácter corriente son fundamentalmente las que impulsaron el tamaño del Estado. La inversión real directa participó sólo con un 13%.
La contracara del mayor tamaño del Estado ha sido el crecimiento de la carga tributaria efectiva. De hecho, la carga tributaria consolidada, medida como la recaudación de los tres niveles de gobierno en porcentaje del PBI (e incluyendo la seguridad social nacional y provincial), creció más de 60% en el período.
Al analizar los recursos que explican el incremento de la carga tributaria durante los últimos 12 años (sin considerar la seguridad social), se aprecia que el aumento más alto se origina en la recaudación de derechos de exportación, que equivale a un 24% de la mayor recaudación en porcentaje del PBI. Con una participación del 21%, le sigue Ganancias. El impuesto a los débitos y créditos bancarios y el impuesto a los ingresos brutos contribuyen al crecimiento de la carga tributaria en un 18 y un 16%, respectivamente.
El 40% de la mayor carga tributaria lo explican dos nuevos impuestos: las retenciones (conocidas técnicamente como derechos de exportación) y el impuesto al cheque. Vale resaltar que Ingresos Brutos (un impuesto provincial) y la tasa de seguridad e higiene municipal han aumentado su importancia más que el IVA y casi lo mismo que Ganancias.
El esquema tributario se volvió más distorsivo en el sentido de la asignación de recursos. La recaudación del conjunto de tributos más distorsivos representó en 2012 un 34% de la recaudación impositiva total, frente al 15% que significaba doce años antes.
UN GANADOR, VARIOS PERDEDORES
Nadin Argañaraz explicó a la nacion que el aumento de tributos que no se coparticipan o lo hacen en escasa medida (retenciones y cheque) explica por qué las provincias y los municipios debieron aumentar la presión de tributos propios para financiarse.
«El problema es que cada jurisdicción considera al contribuyente como propio, olvidándose de la presión que le aplican las otras jurisdicciones; así, se pierde competitividad y se crean grandes problemas», destacó el especialista.
El responsable del Iaraf también consideró que una política de reducción de subsidios económicos debería contemplar también una rebaja de impuestos. Y que el desafío es poder direccionar con mayor equidad los subsidios, otorgándolos a la demanda y no a la oferta. Por ejemplo, subsidiar a las personas y no las tarifas en general, como se aplican hoy.
Además, explicó que el esquema tributario aumentó su presión en un sentido que perjudica a las empresas pequeñas y medianas, que incentiva la integración vertical y la concentración de la economía y favorece las importaciones, mientras perjudica a la producción local.
75%
Fue el aporte que la expansión de la administración nacional tuvo en el peso general del Estado, lo que habla de una estructura más centralizada
Menor aporte de provincias y municipios
El 25% restante del incremento en el tamaño general del Estado correspondió a provincias (19%) y municipios (6%)
Fuente: La Nación