Por CRA
Es histórico que el girasol presenta a nivel local un mercado cartelizado, en el cual una oferta atomizada compite contra una demanda oligopólica en la cual solo tres firmas concentran un 70% del mercado.
Sin un valor de referencia claro en los mercados, la transparencia en la dinámica de precios está condenada, y su presencia se nota con mayor sensibilidad en momentos de baja de precios, donde los demandantes frente a estos escenarios continúan manteniendo sus brechas de precios poco claras con respecto a Rotterdam, que finalmente ajustan sobre el eslabón más débil, el productor.
Analizar los fundamentos de la baja del precio internacional de un 17%, justificada en el hecho de que la cosecha mundial anterior había sido mala principalmente en Ucrania y Rusia, con unas 600 mil toneladas menos de producción en la comparativa anual global; Pero que este año y debido a las excelentes condiciones climáticas en el hemisferio norte la cosecha fue un 6,5% mayor que la anterior y terminaron empujando los precios a la baja. Esto es solo una parte de la película, El precio de referencia de Rotterdam aceite bajó hasta tener un equivalente en girasol de U$S 293 /tn a los cuales todavía queda restarle los costos de Fobbing y los derechos de exportación de $4/dólar, hoy cercamos al 10%.
Hoy en cosecha el valor más repetido en las operaciones de venta es de US$ 217 /tn. Sensiblemente menor a la capacidad de pago real de la industria que hoy afirma que solo puede pagar $ 8400/tn. Y así lo informa en las «pizarras de referencia» que claro parecen que empezaron a funcionar después de mucho tiempo de no informar precios. La distorsión es tan grande que ya llega a los U$S 43/tn. Y se riñe no solo con las matemáticas sino también con los cálculos oficiales, el Ministerio de Agroindustria pública una capacidad de pago de la industria que hoy marca una diferencia con la pizarra de $830/tn.
No menos cierto es el tema de la no aplicación del descuento de los derechos de exportación en la producción de Primicia del Norte ya que su principal destino es el mercado interno, pero se descuenta en forma completa, y como siempre el que termina pagando es el productor la oleaginosa haya ido a exportación en cuyo caso sería valedero o haya ido a mercado de consumo interno en cuyo caso descontarla del precio es una agresión al intelecto del productor.
El cultivo de girasol ha sido tradicionalmente importante durante años en regiones como el NOA, Sudoeste y Sudeste pampeanos.
En los últimos 40 años se han logrado avances genéticos que nos permiten obtener mejores cosechas, desde aquellas primeras variedades hasta los híbridos actuales con mejoramientos en rendimiento y sanidad. Un reflejo de esto es la importancia que está tomando en el NOA este cultivo que permite una primicia y a su vez la combinación con un maíz de segunda una herramienta importante en el esquema productivo; solo en Chaco se sembraron 468.000 hectáreas que aportaran el 30% de las 3,5 millones de toneladas esperadas para este cultivo.
Sin embargo, este avance productivo no tiene como correlato, un desarrollo de mercados que permitan una transparente y ágil comercialización. Los productores sembraron con una expectativa de precio de U$S 300/tn. Y hoy venden a U$S83 menos y de esos un 52% corresponde a una distorsión del precio ofertado de compra muy difícil de explicar.
Si bien su aceite forma parte de la dieta doméstica, no se han realizado esfuerzos suficientes para mantener activas las exportaciones, ya sea de grano tal cual o de su aceite y expellers.
En el caso de la soja, fuertes inversiones en fábricas de molienda y activa exportación del grano tal cual, han permitido tener un mercado activo con muchos actores y garantizando transparencia.
Lo contrario ocurre con el de girasol, donde el productor sigue cautivo de unos pocos compradores que pagan precios, muchas veces alejados de la realidad internacional del producto en un mercado cartelizado, con prácticas comerciales generalmente viciadas y alejadas de lo que sería contar con mecanismos transparentes e idóneos de formación de los precios.
Este cultivo, que por su volumen es como una economía regional para las delimitadas áreas donde se produce, debería recibir la atención de las autoridades para encontrar caminos que permitan acciones público-privadas tendientes a lograr volúmenes de exportación tanto del grano como sus subproductos.
El gran esfuerzo de los productores debería tener, en ya tantos años, un correlato comercial y de mercados a la altura del gran esfuerzo de los productores.
Ningún mercado y menos uno de exportación se desarrolla sin volumen, pero bajo estas condiciones de Mercado Actuales es factible que la producción el año entrante vuelva a caer.