Eliminan trabas para la admisión temporaria; polémica por los precios.
El Gobierno decidió flexibilizar la importación temporaria de soja y abrió una polémica entre referentes del mercado de granos. Por un lado, hay quienes dicen que la medida tiene como objetivo presionar a los productores que no venden sus granos pese a la devaluación del peso y a la baja de retenciones; por el otro, están quienes creen que se trata de volver a usar un mecanismo que se prohibió en 2009 y que en 2012 se restituyó en forma parcial.
En una resolución conjunta de los ministerios de Producción y de Hacienda, se estableció ayer la exclusión de exportadores del Registro de Operadores de Soja Autorizados (ROSA). Ese registro había sido creado en 2012 por el entonces titular de la AFIP, Ricardo Echegaray, para determinar cuáles eran los exportadores autorizados a importar soja bajo el régimen de admisión temporaria, que había sido derogado en 2009.
Por la admisión temporaria, la industria aceitera podía importar soja en grano desde Paraguay y Bolivia sin pagar aranceles, para transformarla en harinas, aceites y biodiésel, entre otros productos.
En 2009 se derogó ese régimen como parte del enfrentamiento entre Echegaray y la industria oleaginosa, a la que acusaba de evadir el pago de derechos de exportación cuando el Gobierno decidió aumentarlos en noviembre de 2007 de 27,5 a 35%. Los exportadores se defendieron con el argumento de que se habían adaptado al marco legal. La mayoría reintegró la diferencia como lo ordenó la ley Martínez Raymonda, según dijeron.
En 2012, cuando el gobierno de Cristina Kirchner necesitaba que los exportadores liquidaran sus divisas, se repuso el régimen de admisión temporaria aunque con la creación del ROSA, del que excluía a las empresas que tuvieran problemas con el fisco.
En la práctica, según los exportadores, ese registro nunca funcionó. Mientras la Argentina imponía restricciones, Paraguay incrementó su capacidad de molienda y ya no necesitaba procesar soja en las terminales del Gran Rosario.
Reacciones
«No resulta muy clara la necesidad de importación cuando todavía quedan entre 12 y 13 millones de toneladas de soja de la campaña pasada», dijo el corredor Javier Buján. «Ése era un mecanismo que servía para mantener la actividad de las plantas aceiteras cuando no tenían mercadería para procesar», añadió.
En cambio, Mariano Balestra, vicedirector ejecutivo de KPMG, a cargo de Agronegocios, consideró que «es una medida muy acertada que se esperaba en el sector porque permite acelerar la reactivación de la producción de aceite, harina y pellets de soja».
Un exportador sostuvo que la medida no implicará una competencia con la soja local, ya que Paraguay tiene apenas tres millones de toneladas de excedente para exportar.
35%
Capacidad ociosa
La industria aceitera dice que ése es el nivel de inactividad en sus plantas
Cristian Mira para La Nación