La situación es un poco preocupante porque febrero sigue siendo un mes constantemente húmedo, con lluvias persistentes y temperaturas elevadas.
Así las enfermedades están avanzando y no se pueden combatir bien porque no hay piso para las aplicaciones terrestres, y los aviones no dan abasto. Para marzo se espera que la situación siga siendo húmeda y un poco cálida, pero cuando llegue el otoño pueden cambiar de signo las amenazas porque estamos viendo que entre las olas de calor se alternan entradas de frío muy potentes. Ha nevado en pleno enero y diciembre en cordillera. Esto está avisando que quizás se venga un otoño/invierno muy frío, con riesgo de heladas a partir de los últimos días de marzo en el sudeste de Buenos Aires, Neuquén, sur de Mendoza… Entonces, hay una cantidad de amenazas qu e es muy difícil predecir qué efecto van a producir en los cultivos de la gruesa”, señaló a “Siempre que llovió…, paró”, que se emite por Radio Colonia, Eduardo Sierra, especialista en agro climatología de la Bolsa de Cereales.
El especialista destacó que toda esta campaña fue crítica porque hubo una sucesión de situaciones de riesgo. “Al principio se atrasó la siembra porque no llegaba el agua. La primavera tuvo momentos de sequía y con un diciembre de mucho calor. Parecía que no se iba a poder implantar toda la superficie, pero finalmente se llegó a lo que se pensaba de maíz (3,4 millones de hectáreas), aunque se sembró tarde, igual que la soja, que creció a expensas de lo que no se sembró de otros cultivos. En definitiva, esta campaña 13/14 resulta con una cosecha de trigo mejor de lo que se esperaba por los rindes porque la primavera medio seca fue ideal para el trigo, evitándole enfermedades, que es lo que más rindes le quitan al cereal. En cambio, para la soja y el maíz pesa más la disponibilidad de agua que las enferm edades, aunque estas también inciden, y estas llegaron tarde, en los últimos días de enero, y con un febrero normalmente húmedo porque la naturaleza compensa”, explicó Sierra.
Consultado sobre la situación destacó que “es una característica que se ha instalado hace unos 7-8 años, en el que aparece un escenario muy perturbado en todo el mundo. Así estaremos quizás unos 25-30 años más, porque se ve que el clima tiene una fase buena de unos 30 años (1976/2006) y ahora estamos en la fase mala. Serán climas erráticos, previsibles pero no predictibles. Predecir es cuando uno sabe cuánto va a llover y a qué hora. Previsible es cuando uno dice que el año va a ser muy irregular en su desarrollo. Por lo tanto, las previsiones las podemos hacer y eso lleva a que se puedan tomar mecanismos de prevención”, dijo.
En cuanto a lo que resta de la campaña, Sierra explicó que “Ahora viene la época crítica porque de maíz está formado el rendimiento y el de la soja está en formación, y este calor húmedo que ha venido está dando condiciones para las enfermedades. Entonces, si bien el potencial de rendimiento de maíz (25 millones de toneladas) y soja (55 millones de toneladas) era alto, las enfermedades los están bajando de ese potencial, y los especialistas dicen que van a ser 20 y 50-52 millones, respectivamente”, consideró.
“Hay que pensar que por lo menos la primera quincena de marzo apunta a seguir lluviosa y que en Semana Santa generalmente viene alguna tormenta fuerte. Así hay que ser más cuidadoso con la planificación, sobre todo con la logística (de la cosecha). Argentina tiene una cosa buena que es trabajar en redes con la maquinaria, pero al mismo tiempo eso le quita precisión. Entonces, el consejo es ir viendo cómo y qué disponibilidad va a tener la maquinaria, porque va a ser el cuello de botella en esta cosecha. A futuro hay que pensar en incrementar un poco el parque de maquinaria, al menos un 20%, porque la cantidad de horas de trabajo al año, o por temporada, se ha achicado, y así ha habido fracasos grandes, como los de picado de maíz”, finalizó.
Fuente: PRINICIAS RURALES