Tal como lo anticipó CRA en febrero de 2015 (admitido por el propio Ministerio de Economía en la Resolución 80/2015 y el informe EMI del INDEC de Abril/2015), como consecuencia de la intervención en el mercado lácteo y los desequilibrios macroeconómicos, más el contexto internacional adverso, la producción de leche continuará estancada por tercer año consecutivo, en niveles similares a los de 1999.
De no mediar un cambio urgente en las políticas la mayoría de los productores lecheros llegarían a la primavera con márgenes negativos y fuertes quebrantos que producirían cortes en la cadena de pago y aún cierre de tambos, afectando la economía del interior productivo. Para ejemplificar el quebranto económico de los establecimientos tamberos, un estudio realizado por CRA indica que en los sistemas de producción mayormente utilizados (pastoriles con adecuada suplementación) es necesario producir 5.500 litros de leche por hectárea/año para no llegar a una rentabilidad negativa; aunque el promedio en el país es de 5.000 litros ha./año.
Lo paradójico es que la producción e industrialización de leche en Argentina podría estar en un sendero virtuoso y alcanzar el potencial de producción de mediano plazo de 17 mil millones de litros, según afirma el Gobierno en el Plan Estratégico Agroalimentario (PEA). Sin embargo, los resultados muestran que Argentina se encuentra en un círculo vicioso de estancamiento de la producción, con una importante capacidad ociosa en la industria.
Es necesario un cambio en la política lechera argentina que brinde reglas de juego claras y previsibles. Los problemas que han llevado a esta situación de imprevisibilidad y caída en la inversión en toda la cadena láctea son los que CRA ha denunciado a lo largo de estos últimos años: intervención en la formación de precios fijando precios máximos y manejo discrecional de los permisos de exportación por parte de la Secretaría de Comercio Interior, entre otros.
Adicionalmente la caída de los precios internacionales, la falta de competitividad internacional por precios relativos distorsionados, la falta de actualización de reintegros a la exportación y la caída de la inversión en tecnología, entre otros factores han llevado a la triste realidad láctea, hoy nuevamente afectada por la baja del precio de litro de leche que se le paga al productor tambero.