Es una consecuencia indeseada de los operativos del viernes.
La cotización del dólar paralelo alcanzó ayer un nuevo máximo histórico al llegar a $ 8,86 para la venta, tras subir 19 centavos respecto de la jornada previa y ampliar a poco más del 70% la brecha que lo separa del tipo de cambio oficial.
Con ese envión dejó atrás el anterior récord de $ 8,75 registrado en vísperas de la Semana Santa, luego de que la demanda «extra» generada por esas minivacaciones hiciera saltar el precio hasta provocar una cumbre en Olivos y disparar toda clase de versiones sobre el futuro de la política cambiaria.
El marcado aumento, según los operadores, se produjo por la retracción que mostró la oferta de divisas en ese segmento de negocios desde el viernes. Ese día la Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP) realizó un megaoperativo que incluyó más de 50 allanamientos a oficinas en el microcentro porteño. «Fueron tantas inspecciones que aun los cueveros no afectados decidieron curarse en salud y mantenerse al margen por unos días», confió un habitual operador. Pero la demanda de dólares sigue tonificada. «La gente que piensa en ahorrar no quiere pesos. En estas condiciones el precio tiene todo para seguir escalando», explicó otro.
BUSCANDO CALMA
En el mercado creen que la inyección de pesos se acelerará en los próximos meses al recuperar el Banco Central (BCRA) su rol de comprador en el mercado oficial, por el ingreso de los dólares de la cosecha. Pero también por las crecientes necesidades de financiamiento que suele mostrar el Tesoro en un año electoral.
Anteayer se supo que las liquidaciones del complejo sojero durante la tercer semana de abril habían alcanzado los US$ 816,35 millones, su mayor nivel desde mediados de junio de 2011, dato que fortalece esa lectura.
Tal vez por ello, el BCRA se apresuró ayer a retirar del mercado poco más de 2000 millones de pesos (cifra que supera en cuatro veces lo absorbido durante la semana previa) mediante las colocaciones de títulos de deuda que habitualmente realiza en la plaza local para regular la oferta monetaria. Es un claro intento de contrariar esas expectativas, aunque la tarea no parece fácil en momentos en que las reservas del Banco Central no dejan de caer (ayer se perdieron otros US$ 60 millones).
Fuente: La Nación