Las pérdidas con soja brotada quedan evidenciadas en la merma de materia seca.
El Inta Pergamino elaboró un trabajo que permite evitar pérdidas en la nutrición de aves. “El uso de soja brotada en la alimentación de aves no es la situación más recomendable, pues causará la pérdida de mayor desempeño de los animales”, asegura.
La zona central de Argentina está pasando por una situación climática complicada por anegamiento de cultivos y brotado en planta de sus granos que afecta a miles de hectáreas de soja.
Según la reglamentación oficial, para soja se define como grano dañado a aquellos granos o pedazos de granos de soja que presenten alteración sustancial en su color, forma y/o textura normal interna y externa. Por lo que, dentro de esta clasificación, encontramos los granos brotados, fermentados, quemados, podridos, entre otros.
Ante esta situación surge la necesidad de establecer una serie de recomendaciones a seguir a la hora de alimentar aves con estos materiales. En ese sentido, el Inta Pergamino a través de sus técnicos Bernardo Iglesias, Jorge Azcona, y Marcelo Schang elaboraron un informe que da respuestas a la actual demanda de información al respecto.
El uso de soja brotada en la alimentación de aves no es la situación más recomendable, pues causará la pérdida de mayor desempeño de los animales: “El riesgo a nivel humano no es tal, sino que uno espera que los animales tengan una ganancia de peso diaria determinada y con estos materiales no los vamos a alcanzar”, aclaró atinadamente Bernardo Iglesias, uno de los autores del trabajo.
En el caso que se decida su utilización -indica el informe-, “se deberán tomar los recaudos necesarios para evitar las micotoxicosis y considerar el perfil nutricional de las diferentes partidas de soja que arriben a la planta de alimentos balanceados para poder formular las dietas teniendo en cuenta las pérdidas de nutrientes que se presenten en cada caso”.
A tener en cuenta
Los profesionales señalaron algunas pautas a tener en cuenta: analizar el contenido de micotoxinas y dimensionar el riesgo de uso; evaluar la posibilidad de utilizar algún secuestrante de micotoxinas; y caracterizar nutricionalmente el material a utilizar.
Entre las micotoxinas comúnmente presentes en soja se encuentran Zearalenona (poco efecto en aves, mientras que es muy dañina en mamíferos), Ocratoxina (reduce los rendimientos zootécnicos, nefrotóxica y levemente hepatotóxica), Fumonisina (poco efecto a niveles moderados, afecta el metabolismo de esfingolípidos), Acido fusárico (las aves son poco sensibles, aunque sensibiliza al animal a otras micotoxinas) y Tricotecenos (reducen la ingesta de alimentos y ganancia de peso, disminuyen la producción de huevos, inmunosupresoras y lesiones orales y mucosa intestinal). Rara vez una micotoxina se presenta en forma aislada, lo que motiva a evaluar la coexistencia de estas toxinas, por ello conocerlas permitirá ponderar el riesgo de utilizar ese material y tomar ciertos recaudos, como puede ser la utilización de secuestrantes de micotoxinas. En el mercado se encuentran diferentes tipos de secuestrantes divididos en inorgánicos, prgánicos o combinados.
Más allá del uso de secuestrantes, sería recomendable no alimentar categorías de animales sensibles, como pollitos BB, reproductoras y pavos. También se podría recurrir a la dilución de las micotoxinas en el alimento limitando el uso de este tipo de materia prima.
En un trabajo donde germinaron granos de soja en condiciones de luminosidad, tal cual ocurriría en los casos de soja brotada en el campo, se encontró que al término de 7 días el contenido de materia seca disminuyó en un 6,8%, debido a la utilización de nutrientes.
En cuanto a la ceniza y la fibra cruda, nutrientes menos deseables, se observó una concentración de los mismos, elevándose un 22,5% la ceniza y un 95,5% la fibra cruda. Mientras que los lípidos totales y los glúcidos (extractivo libre de nitrógeno) bajaron su concentración en un 20,5 y 15,8%, respectivamente, básicamente por consumo de los mismos. En tanto que la proteína se concentró levemente con un incremento del 8,2%.
“Las pérdidas con soja brotada, según trabajos anteriores, quedan evidenciadas en la merma de materia seca, en una concentración de nutrientes no del todo deseable; y también en una merma sustancial del contenido de lípidos y almidón, con lo cual la energía de estos materiales sea mucho más baja de lo esperado”, explicó Iglesias.
Fuente: La Opinión de Pergamino