El sector de la producción láctea viene sufriendo una crisis prolongada con frentes múltiples que empujan la actividad a un callejón sin salida.
Las situaciones climáticas, inundaciones, seguida por sequía, minaron el crecimiento potencial de la actividad, incrementando los requerimientos en el uso de insumos principalmente alimenticios (rollos, subproductos para alimentación etc.), así como también la necesidad de recuperar pasturas y reconstituir rodeos debido a la alta tasa de descarte por problemas sanitarios.
De acuerdo al departamento económico de CRA, las recurrentes crisis económico-financieras del sector industrial, el desacople del producto final y los costos de producción del mismo, la alta exposición financiera con la industria, que conlleva un alto riesgo de cobro ya que en esta como en otras producciones no existe la atomización del cliente; un ejemplo claro es lo ocurrido con los productores que entregaban la leche a Sancor (solo por nombrar un caso).
La dinámica de los costos internos, siguiendo una curva inflacionaria en ascenso que condiciona hoy ya no solo la capacidad de reinversión y con ello la sustentabilidad del sistema, sino el mantenimiento de un tipo de esquema de producción basado en la productividad como la principal arma para tratar de equilibrar el costo medio de producción al precio pagado por la industria.
La ecuación que se complica con el panorama macroeconómico, por un lado el incremento en el tipo de cambio, que a mediano plazo debería facilitar la mejora en el frente exportador para la industria, hecho que debería seguir su correlato con un aumento en el nivel de precio pagado al productor. Pero en el corto plazo se incrementan los costos de producción en forma conjunta, un 80% de los costos de producción se ven afectados por el tipo de cambio real (los sistemas de producción más intensivos son consecuentemente los más afectados), los costos de alimentación encabezan la suba, ya que el precio pizarra disponible de los cereales y oleaginosas tiene correlación directa con el tipo de cambio.
La brecha entre precio de venta y costo de producción genera que el precio de hoy solo cubre el 73% del costo de producción, provocando una descapitalización del orden del 27%.
Dicha brecha empuja al productor hacia planteos productivos defensivos y de cuasi subsistencia, disminuyendo la intensidad de insumos, retrasando actividades fundamentales dentro del planteo técnico que hieren la sustentabilidad del sistema a mediano y largo plazo, como la reposición de praderas, las fertilizaciones estratégicas en los verdeos, el uso mismo de verdeos y silajes para cubrir los baches forrajeros. Con estos niveles de distorsiones la productividad se encuentra en jaque y los planteos productivos se retrotraen a los de 40 años atrás no para aumentar la tan mentada competitividad sino solo para cambiar una muerte súbita por una agonía un poco más extendida en el tiempo.
El agotamiento financiero se hace sentir en todo el espectro productivo pero principalmente en los productores pequeños y medianos, la tasa de desaparición de los mismos sigue aumentando sin tener una aparente solución de continuidad, bajo este contexto muchos productores pasan a tener una escala de subsistencia o desgraciadamente desaparecer.