Una vez más los productores agropecuarios de todo el país, nos vemos empujados a tomar medidas en defensa de la condición más dignificante del alma y del Hombre como tal, nuestro trabajo.
Pasan los tiempos, cambian los actores, las situaciones, la dialéctica (si era soberanía, seguridad alimentaria o solidaridad); pero la respuesta de los gobernantes sigue siendo la misma, frente a su incapacidad de solucionar los temas estructurales, y se repite en nuestra historia como si obedeciese a leyes naturales. Retenciones, derechos de exportación, en definitiva, más impuestos.
Si es por urgencia, por conveniencia, por ideología o por falta de idoneidad; en Argentina lo urgente se vuelve constante, los problemas de fondo nunca se solucionan, solo se emparchan y se ensayan paliativos que en el mejor de los casos tienen una cuestionable eficacia.
Es muy difícil de entender la impunidad de los gobiernos frente a sus malas decisiones; para un productor, un empresario pyme, un trabajador, que ponen en juego constantemente no solo su capital, sino también su tiempo, su esfuerzo; con la esperanza de mejorar y mejorar a su entorno, que si se equivoca responde con ese capital (que no es solo dinero, sino también tiempo y esfuerzo).
En el 2008 el interior productivo de la Argentina dijo «Basta», frente a los derechos de exportación móviles (Retenciones) que planteaban en ese momento una alícuota del 41%. Para igualar lo que el productor agrícola va a recibir en mano por su tonelada de soja hoy 12 años después, fruto de la combinación de un derecho de exportación de 33% y un tipo de cambio desacoplado del real, las retenciones del 2008 hubieran necesitado llegar al 66,7%. Esto marca a las claras la frágil situación a la que se expone al sector más productivo, más competitivo, más federal y que genera empleo genuino en Argentina.
«Señores las habilidades se potencian, no se lastran».
Recetas como la segmentación anunciada, de difícil aplicación en tiempo y forma para lograr eficientemente su objetivo (porque entre otras cosas no toma en cuenta algo primordial como la distancia a los puertos); que generan un dudoso sistema de transparencia, por su debilidad a la discrecionalidad y los «Peajes» (Todavía tenemos fresco el recuerdo de la ONCCA y Etchegaray).
Esto solo generará una menor producción que veremos reflejada en la próxima campaña con una disminución de la intención de siembra y una clara reducción en el paquete tecnológico a invertir, fruto del menor resultado económico disminuyendo los recursos disponibles para afrontar la misma.
Dicen que la experiencia es solo experiencia cuando se aprende de ella. En el pasado reciente retenciones, derechos de exportación, distorsiones en los mercados llevaron a la menor intención de siembra de trigo en 100 años, caída brusca en las exportaciones del complejo agroindustrial, generalización del monocultivo.
Cuando se eliminaron los derechos de exportación, los productores respondimos con una cosecha record, al año siguiente recibimos una sequía histórica y volvimos a sembrar y respondimos con otra cosecha record demostrando no solo resiliencia, sino también nuestra capacidad e idoneidad en aquello que sabemos hacer, que es producir.
Señores, si las medidas tomadas son empujadas por un espíritu recaudatorio tengan en cuenta que es «un juego de suma cero» en el corto plazo.
Si son empujadas por un espíritu ideológico entonces…Nos Veremos en las Rutas.